La primera referencia que existe del uso del timple en Canarias la encontramos en una visita realizada a Fuerteventura por el obispo Antonio Tavira en 1792.
Podemos hablar de tres ámbitos de interpretación del instrumento: los tocadores populares, que no pertenecen a ninguna formación y «furrunguean» el timple de forma espontánea en privado o en celebraciones, los timplistas de grupos folklóricos y los solistas del timple.