Las maderas más utilizadas son el pino-abierto (para las tapas) el palo santo o el moral (para la tapa posterior y los costados), el ébano o el coralillo (parta el mástil y los puentes) y el naranjo para los aros y adornos. El hueso de vaca o de camello es de uso extendido para las cejillas superior e inferior, aunque también se ha generalizado el uso de materiales sintéticos para estos fines. Por último, los trastes son de metal.
Por otra parte, durante las dos últimas décadas, el instrumento se ha visto sometido a diversas transformaciones que, si bien no desvirtúan su esencia, han significado un avance fundamental. La exigencia de los timplistas, que investigan en nuevas vías de expresión, ha dado que los artesanos hayan tenido que aplicar nuevas técnicas de luthería, así como mejorar las características técnicas del timple. Nos referimos a cuestiones como el aumento del número de trastes, la precisión del trasteado para conseguir una mejor afinación, el uso de clavijeros mecánicos en lugar de las antiguas piezas de hueso o metal, la utilización de “armónicos” (pequeñas tiras y cuñas de madera en el interior de la tapa), que mejoran el sonido, el uso de maderas nobles que no estaban al alcance de los primeros luthiers, etc. Asimismo, ya son varios los artesanos que se han ido especializando en la fabricación de timples con sistemas electrónicos que permiten la amplificación del mismo sin necesidad de usar microfonía, lo cual amplía considerablemente sus posibilidades a la hora de interpretar repertorios diversos con otros instrumentos no acústicos (bajo, teclados, etc).
En la serie de fotografías mostramos algunos pasos posibles a la hora de fabricar un timple. De las variedades de tamaños, maderas y formas, se ofrece una idea a través de la colección de timples repartidos por la exposición, que son obra de maestros artesanos de diferentes lugares y épocas.